La ermita del Santo Cristo del Humilladero está situada junto a las Eras del Pajaral, al pie del camino del Llano, frente al cementerio.
La gente del pueblo siempre ha sentido una profunda veneración hacia esta Ermita y a su Cristo.
El Cristo del Humilladero es el Patrón del pueblo. Hasta hace unos años, debido a que la población fue disminuyendo, las fiestas principales del pueblo siempre se celebraban el día 3 y 4 de mayo. Actualmente y con objeto de que haya más gente se celebran el primer fin de semana de ese mes.
La ermita, que fue edificada en 1620 en sustitución de otra anterior, consta de una nave de tres tramos cubiertos por bóvedas de cañón rebajado con lunetos y dos arcos entre ellos que apean en ménsulas unidas por una moldura que recorre la nave.
La portada, adintelada, se abre hacia un pórtico que prolonga la nave y está abierto hacia el extremo, con un dintel superior. Los muros son de mampostería, sólo alterados por los contrafuertes correspondientes a los arcos interiores.
Al fondo de la capilla, tras el altar, se encuentra el retablo (barroco) con la venerada imagen de Cristo crucificado, acompañado a sus pies por la Magdalena y San Juan.
Bajo este Calvario, que es de estilo gótico tardío (siglo XVI), se encuentra en una vitrina el Niño Jesús de la Bola.
La imagen titular, protegida por cristales, está siendo objeto de estudio y fue restaurada en 2019.
A la derecha del retablo se hallan algunos objetos donados en acción de gracias por favores correspondidos milagrosamente por el Santísimo Cristo. En la puerta se abre una pequeña reja que permite ver desde fuera la imagen.
Esta ermita forma parte de la vida religiosa del pueblo y hasta allí bajan en procesión los fieles devotos para celebrar la Eucaristía el 16 de agosto, festividad de San Roque y en las fiestas de mayo.
En las procesiones camino de la ermita, la gente va tras el estandarte que lleva su nombre y detrás de él, las banderas ondeando al viento.
En las Fiestas de la Cruz de mayo, se procede a la bendición de los campos, tradición que continúa año tras año.
La “rifa de rollos” en beneficio de las fiestas es uno de los actos más populares: los rollos se llevan hasta la ermita en preciosos ramos engalanados.
El ramo engalanado es bajado por el mejor postor en la puja celebrada en la puerta de la Iglesia.
Al finalizar la ceremonia religiosa, se procede a la subasta de los rollos ya bendecidos, que son adquiridos en pública subasta, alcanzando un alto precio por el mero hecho de ser un producto tradicional de la fiesta y parte de la tradición cultural del pueblo.
Pero quizás, el motivo por el que más recordaban todos los antiguos habitantes de Malanquilla al Cristo es por haber correspondido a su devoción y fe en épocas de sequía.
Jesús Marín en su libro “Crónica sentimental de Malanquilla 1880-1980” cuenta que sólo en dos ocasiones conoció sacar a la venerada imagen entre el júbilo y el entusiasmo general, y las dos veces atendió sus súplicas: La primera en la primavera de 1953, el 4 de junio de dicho año, se sacó el Cristo, se llevó en procesión a la Iglesia y una vez allí depositado, comenzó a llover. Y la última el 5 de junio de 1983, en la que también ocurrió el milagro de la lluvia, aunque esta vez, según cuenta Jesús Marín, en escasa cantidad.
Son auténticas y especiales las canciones que las mujeres cantaban al Cristo al finalizar la misa.
En el siglo XVIII, consta la existencia de una persona que era el ermitaño de esta Ermita: “En treinta de Agosto del año mil setecientos treinta y cuatro murió el hermano Pedro…… hermitaño del Santo Christo del Humilladero…”
Fuente: Wikipedia, “Crónica Sentimental de Malanquilla, de Jesús Marín” y archivo Parroquial