Pero quizás, el motivo por el que más recordaban todos los antiguos habitantes de Malanquilla al Cristo es por haber correspondido a su devoción y fe en épocas de sequía.
Jesús Marín en su libro “Crónica sentimental de Malanquilla 1880-1980” cuenta que sólo en dos ocasiones conoció sacar a la venerada imagen entre el júbilo y el entusiasmo general, y las dos veces atendió sus súplicas: La primera en la primavera de 1953, el 4 de junio de dicho año, se sacó el Cristo, se llevó en procesión a la Iglesia y una vez allí depositado, comenzó a llover. Y la última el 5 de junio de 1983, en la que también ocurrió el milagro de la lluvia, aunque esta vez, según cuenta Jesús Marín, en escasa cantidad.
Son auténticas y especiales las canciones que las mujeres cantaban al Cristo al finalizar la misa.