La Estación de Ferrocarril de Malanquilla
La estación de Malanquilla estaba en la línea de ferrocarril que se iniciaba en Calatayud y terminaba en Cidad-Dosante, estación que existió en el municipio español de Merindad de Valdeporres, pequeña población del norte de la provincia de Burgos.
Se denominaba con las siglas “S.M.”, que quieren decir “Santander-Mediterráneo”, pues su finalidad inicial era, empalmando en Calatayud con el Ferrocarril Central de Aragón (que por Teruel llegaba a Sagunto), unir ambas costas.
Este objetivo inicial no se consiguió nunca, al haberse paralizado, antes y después de la guerra, su continuación hasta Santander en numerosas ocasiones; la última y definitiva en 1959, por carecer el Gobierno (que se había incautado de la línea en 1941) de fondos para acabarla, y a pesar de que el principal obstáculo, la perforación del Túnel de la Engaña —que salva la Cordillera Cantábrica—, acababa de superarse.
La iniciativa de esta línea la tuvieron las Diputaciones de Santander, Burgos, Soria y Zaragoza conjuntamente, que vieron su proyecto aprobado por el Gobierno en 1913, el tendido de cuyas vías fue realizado entre 1925 y 1930, durante la dictadura del general Primo de Rivera, quien acudió a Calatayud el 23 de octubre de 1929, día de la inauguración del tramo hasta Soria, acompañando al entonces rey don Alfonso XIII.
Las obras del ferrocarril costaron mucho esfuerzo: no se contaba como hoy con maquinaria avanzada, y todo —tendido de las vías, apertura de trincheras— tenía que hacerse a base de barrenos, pico y pala.
Ello llevaba consigo la contratación de gran número de jornaleros, obligados a trabajar de firme porque el trabajo se hacía por trazados y contratas y todo aquel obrero que no rindiera era despedido. Los despidos no eran problema, pues abundaba la mano de obra, incluso extranjeros —muchos portugueses—, de los cuales algunos se casaron fijando en Malanquilla su residencia.
Por lo mismo costó muchas vidas, unas por explosiones de barrenos, otras por accidentes, pero a pesar de todo la obra llegó a su fin. Desde luego, el trabajo llegaron a remunerarlo bastante bien. La línea cruzaba el término por los lugares de Cañizares, Cañálvaro, Cañapolo, Morón, Llanocepilla, Hoyo del Cochino, Carramolino, Peñacorva y La Guaira, para salirse luego al de Bijuesca por Vallunquera, antes de alcanzar, en la raya de Berdejo, el túnel de La Tejera, que en la boca de entrada lleva puesta la fecha de obra de 1927, en torno a la cual se debió llevar el tendido de vías de este tramo.
En nuestro término, la línea recorría exactamente 5,2 kilómetros, habiéndose ocupado 22,7 hectáreas de terreno, a partir de entonces propiedad de la compañía ferroviaria.
Después de su terminación, se crearon para su mantenimiento unas brigadas, con mano de obra vecinal, encargadas de reparar cualquier defecto y de procurar que todo estuviese en orden al paso de los trenes.
Recuerdo los pasos a nivel en los que, ahora, se indica antes de cruzarlos «paso sin guarda” y “ojo al tren”; entonces había personas encargadas de echar las cadenas con antelación al paso de todo convoy, incluso en horas fuera de lo normal.
Para anunciar la inminente llegada del tren, la estación contaba con un indicador a base de disco móvil; minutos antes de la llegada, el mozo de estación se encargaba desde dentro de ésta de levantar el disco para poner sobreaviso a los que tenían que tomarlo, ya que el tren nunca esperaba más tiempo del acostumbrado. El disco de aviso se levantaba automáticamente al accionar desde la estación unas palancas, que al ser desplazadas arrastraban unas sirgas que a su vez movían el disco.
Próxima a este indicador, en la trinchera abierta entre la estación y el paso a nivel de Morón , manaba, precisamente, la fuente conocida como del Disco, en una pocica que los obreros de la brigada de mantenimiento tenían siempre limpia.
Durante la Guerra Civil esta línea fue clave para las fuerzas “nacionales”, al haber éstas elegido Burgos como cuartel general. Por la estación de Malanquilla pasaban convoyes con material y tropas con destino a distintos frentes, de modo que mientras duró la contienda estaba vigilada.
De ello tenía la obligación de encargarse, como en los demás pueblos de la zona “nacional”, la llamada Acción Ciudadana, una especie de retén, a cuyo cargo se encontraba Constantino Portero Nievas, el Tío Constantino, a la sazón concejal; entraban a formar parte de este retén todos los vecinos varones, a quienes tocaba por turno hacer guardia nocturna, tanto en la estación como por las calles del propio pueblo. Igualmente, cuando se terminó la campaña del Norte, los nacionales trasladaron todo el cuerpo de ejército que había estado combatiendo allí al frente de Aragón, con lo cual el volumen de tráfico llegó a ser inmenso.
Hace años había gran afluencia de viajeros, tanto de Malanquilla como de Bijuesca e incluso de Pomer, con destino la mayor parte de las veces a Calatayud, a hacer las compras necesarias allí, por ser el mejor centro donde abastecerse, y en ocasiones de fiesta, a presenciar corridas de toros, por ejemplo. A Soria también se hacían desplazamientos, sobre todo en temporada de ferias a comprar ganado vacuno.
En sus mejores días circulaban cuatro convoyes, dos trenes-correo entre Burgos y Calatayud y dos mercancías entre Calatayud y Soria, por la mañana los de bajada y por la tarde los de subida, en ambos casos, poco a poco se fue reduciendo el servicio a uno matutino en dirección a Calatayud y el de regreso a Burgos por la tarde.
La línea férrea tenía 367 km de longitud y estuvo operativa entre 1930 y 1985. En ese año se cerró al tráfico de viajeros y años después, tras permanecer inactiva, se decretaría su desmantelamiento. Solo algunos pequeños tramos de carácter local han permanecido en servicio, mientras que otros permanecen abandonados o se han adaptado como vías verdes.
Qué tristeza produjo y qué poca sensibilidad tuvo el gobierno de aquella época dejando sin servicio a un montón de pueblos de esta zona, zona que actualmente está toda dentro de la hoy llamada “España vaciada”. ¿Qué hubiera sido de ellos si no se hubiese cerrado la línea?.
Actualmente es una auténtica pena que permanezca este edificio abandonado, cada día más derruido, dando una imagen de abandono y produciendo una enorme desolación entre las personas que la conocieron a pleno rendimiento.
Quizás sea un buen momento de plantear si no sería factible una rehabilitación.
Fuente: Texto redactado con informaciones sacadas en su mayor parte del libro de Jesús Marín Rubio: “Crónica Sentimental de Malanquilla (1880-1980)”