El molino de viento de Malanquilla, apodado como «EL MACHO» de los molinos de viento y pionero de la Mancha Aragonesa es el emblema de la localidad. Sin duda, es el elemento de su patrimonio artístico más singular y con el que se sienten identificados todos sus habitantes. No es de extrañar que figure en el escudo y la bandera de Malanquilla.
Se ubica sobre un pequeño cerro poco antes de alcanzar el casco urbano accediendo desde la nacional entre Calatayud y Soria. Emplazado a 300 metros de la carretera, un camino permite la aproximación hasta el molino visible en todo momento.
El molino a vista de dron.
En cuanto a los orígenes del molino de viento de Malanquilla, no se sabe exactamente cuándo se construyó. En un documento de la localidad se cita entre las posesiones de la capellanía de Malanquilla una finca “junto al molino”, lo cual permite conocer de su existencia en 1567.
De este modo se puede fijar su construcción en el tercer tercio del siglo XVI, siendo por tanto coetáneo de los denominados “molinos cervantinos” que pueblan La Mancha.
En Aragón, como en buena parte del interior peninsular de gran tradición cerealista, la aridez del clima y los escasos cursos de agua obligaron a buscar alternativas al molino hidráulico para la fabricación de harina.
En un documento datado en 1655, se habla de ingresos relacionados con el molino de la localidad.
Unos 150 años fue lo que estuvo activo el molino de viento de Malanquilla, ya que en 1733 dejó de utilizarse, al autorizar la vecina localidad de Bijuesca a las gentes de Malanquilla para usar sus molinos hidráulicos del río Manubles en las mismas condiciones que los vecinos de Bijuesca.
A partir de entonces, los malanquillanos pasaron a usar dichos molinos, más regulares que el molino de viento de la localidad, que dependía de la inconstancia del viento.
Aunque podríamos considerar que los molinos de viento en Aragón son un elemento poco habitual, los estudios realizados para la rehabilitación de nuestro molino permitieron conocer la existencia de otros ejemplares repartidos por buena parte del territorio aragonés, como los que aún se conservan en Luna, Tabuenca, Sestrica, Ojos Negros, Sarrión, Bujaraloz, Torralba de Ribota, Aguilón, Jabaloyas, Samitier y Castelserás. En la actualidad están reconstruidos los de Malanquilla, Tabuenca y Ojos Negros.
Desde que se dejó de utilizar, el molino de Malanquilla se fue deteriorando hasta quedar simplemente unas ruinas. El ayuntamiento vendió la propiedad, con los restos incluidos, a un particular vecino del pueblo que tiempo después lo donó al ayuntamiento.
Una foto de los años setenta muestra el estado ruinoso en el que se encontraba la construcción. Quedaba el cuerpo de la torre de unos 6 metros de altura, en piedra vista, hasta el arranque de la tercera planta y los huecos de las dos puertas de entrada.
El resurgir del molino de viento comenzó en 1976. Un grupo de jóvenes amantes de su pueblo capitaneados además por dos maestros hijos de Malanquilla crearon la Patrulla de Rescate número 26 “Ciudad de Malanca”.
El molino formó parte esencial de las investigaciones para su participación en el concurso educativo «Misión Rescate» patrocinado por RTVE y la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
Este concurso iba destinado a jóvenes escolares con inquietudes en la investigación y salvaguarda del patrimonio cultural local.
A lo largo de los años, los habitantes de Malanquilla habían llamado a esos restos “el molino”, pero fueron los integrantes de la Patrulla Rescate quienes encontraron pruebas y documentos que demostraron que la edificación, en efecto, constituía los restos de un molino de viento de tipo manchego que funcionó en Malanquilla en el siglo XVII.
En el concurso nacional, se alzaron con el máximo galardón de la organización, el Trofeo de Oro.
Era el año 1977. En las bases del concurso se establecía que la organización del programa se comprometía a restaurar el monumento del pueblo cuya singularidad hubiera determinado la concesión del premio a cargo de la Dirección General de Patrimonio Artístico del Ministerio de Cultura. Sin embargo, finalmente se lavaron las manos poniendo como excusa que el premio se concedía por el conjunto monumental del pueblo, con lo que se perdió la ocasión de reconstruir el molino en ese momento.
A pesar del enorme disgusto recibido, este grupo nacido como Patrulla Rescate no cesó en su empeño y tras buscar mecenas sin éxito, llegó a crearse la Junta para la Reconstrucción del Molino de Viento en la que los vecinos del pueblo aportaron sus donaciones.
También colaboraron algunos personajes de renombre con vínculos con la zona, como Montserrat Caballé, Paco Martínez Soria o Víctor Ullate. Se publicaron más de doscientos artículos en prensa, se contactó con técnicos de Mota del Cuervo, Campo de Criptana y Alcázar de San Juan, e incluso una delegación municipal encabezada por su alcalde se desplazó hasta estos lugares para conocer de primera mano los trabajos y técnicas a emplear en la reconstrucción.,
Las autoridades finalmente apoyaron con subvenciones dicha actuación y es así como el 4 de julio de 1981 se realizó la colocación de la primera piedra de la reconstrucción del molino, con la presencia del pintor de la generación del 27, Gregorio Prieto, conocido como el pintor de los molinos, que hizo inmortales Miguel de Cervantes en su libro del Quijote.
Sin embargo, la restauración propiamente dicha todavía tardaría más de una década en acometerse. Fue llevada a cabo por los talleres de José Moreno, de Mota del Cuervo, desde donde llegaron las aspas y toda la maquinaria precisa para moler.
Una vez finalizada la actuación, desgraciadamente, en los años siguientes, la fuerza del viento desmochó y causó graves daños al molino siendo necesarias varias reparaciones. Finalmente, el molino de viento de Malanquilla reconstruido, fue inaugurado el 21 de agosto de 2010 tras las obras llevadas a cabo por la empresa Prames.
Hoy en día nuestro molino se encuentra restaurado en su totalidad y siguiendo el modelo de los molinos manchegos a los que se asemejaría el de Malanquilla, con la misma distribución de los materiales que conforman su maquinaria, la misma disposición de sus estancias y la cal de sus paredes.
Alcanza una altura de 9 metros más la altura de la caperuza cónica de madera que le proporciona su aspecto característico. En el interior alcanza los 12,65 metros y su perímetro exterior es de 22,20 metros lo que le convierte en el ejemplar de mayores dimensiones de España, además del más septentrional.
Por este motivo Gregorio Prieto, el pintor de los molinos, lo bautizó con el nombre de «El Macho».
En cuanto a la estructura interior del molino consta de planta circular, dotado con tres plantas. Se accede al interior a través de dos accesos adintelados, a modo de entradas, enfrentados entre sí.
Por una escalera en forma de caracol se accede a la primera planta que cuenta con varias ventanas de reducidas dimensiones. En esta sala, conocida como camareta, se recogía la harina producto de la molienda a través de un canalón de madera.
En la segunda planta, que recibe el nombre de moledero, se abren al exterior doce ventanucos alrededor de todo el perímetro, que sirven de iluminación interior y para identificar de donde viene el aire que moverá el molino. Para ello el molino dispone de una techumbre móvil, la caperuza de madera que puede girar 360º. El palo de gobierno permite desde el exterior y a ras del suelo orientar la caperuza en busca del viento reinante.
El movimiento de las aspas, de doce metros de longitud, se transmite a la viga que se introduce en la torre del molino, que hace que se mueva la rueda catalina. Los dientes de esta gran rueda de engranaje encajan con la linterna, que mueve un eje corto vertical al que está unida la piedra volandera.
Al friccionar con la rueda inferior que se encuentra fija y se denomina solera, se produce la molienda. Ambas ruedas estriadas tienen un diámetro de dos metros. Estaban recubiertas por una pieza de madera llamada guardapolvos que evita las pérdidas de harina y la conduce hacia el canalón por la cual desciende a la planta inferior.
El proceso de la molienda comenzaba con la llegada del cereal al molino. Tras ser acarreado a la planta superior, éste era echado en la tolva, que iba cayendo a la canalilla.
Se precipitaba poco a poco por el ojo de la piedra volandera. La inclinación de la canalilla se podía regular, de manera que cayera más o menos cantidad de grano. Con menos grano se podía obtener harina más fina.
Junto con las ruedas de moler, otro elemento importante es el alivio. Con el alivio se regulaba la separación de las ruedas de moler de manera que hubiera más o menos espacio entre la piedra volandera y la solera.
Así se podía obtener una molienda en la que se moliera también la cascarilla o no y también seleccionar la calidad de la harina, que se destinaba a uso humano o para el ganado. La harina se recogía en la primera planta y allí se envasaba en sacos.
Actualmente el molino de viento se puede disfrutar gracias a las visitas guiadas que realizan los voluntarios del grupo de revitalización Malanquilla Rechita.